Tu vida es el resultado de tus decisiones
"No me ruegues que te deje, y me aparte de ti; porque a dondequiera que tú fueres, iré yo, y dondequiera que vivieres, viviré. Tu pueblo será mi pueblo, y tu Dios mi Dios."
Rut 1:16
El hombre y la mujer construyen su futuro y su destino con cada pequeña decisión. Aunque no tenemos control sobre todo lo que sucede en nuestras vidas, tenemos un control absoluto sobre una cosa: tomar buenas decisiones.
Elimelec, Lot y Rut son ejemplos de que el hombre no tiene control de todas las cosas que pueden pasarle, pero sí tiene un control total sobre las decisiones.
En medio de una hambruna en Judá, Elimelec decidió buscar una solución fuera de la voluntad de Dios. Dejó Belén, que irónicamente significa "Casa del Pan", para irse a Moab, una nación idólatra. Su decisión no se basó en la fe, sino en lo que veía con sus ojos (Rut 1:1).
Esta decisión llevó a una cadena de consecuencias trágicas. La desobediencia de Elimelec no solo lo llevó a él a la muerte en una tierra extranjera, sino que también puso en peligro la identidad y el futuro de su familia. Es un recordatorio de que a veces, lo que parece una solución fácil, en realidad nos aleja del plan perfecto de Dios.
Los hijos de Elimelec, Malón y Quelión, desobedecieron la ley de Dios al casarse con mujeres moabitas, Rut y Orfa. Esta acción, conocida como "yugo desigual" (2 Corintios 6:14), representa una unión con aquellos que no comparten la misma fe, lo que a menudo nos aleja de Dios.
De manera similar, Lot, al tomar la decisión de habitar cerca de Sodoma, fue influenciado por la prosperidad que veía (Génesis 13:10). Esta "mala decisión" lo llevó a perder todo, y sus descendientes se convirtieron en la nación moabita, de la que ahora provienen los yernos de Elimelec. Ambas historias nos advierten sobre las consecuencias de elegir la comodidad en lugar de la voluntad de Dios.
A diferencia de Elimelec y Lot, Rut, la moabita, tomó una decisión audaz de fe y humildad. En lugar de regresar a su pueblo y a sus dioses como su cuñada Orfa, ella se apegó a Noemí y al Dios de Israel, declarando su lealtad eterna (Rut 1:16-18).
La decisión de Rut le dio una nueva identidad. Pasó de ser una extranjera sin esperanza, de un linaje de pecado (por la historia de Lot), a ser una sierva de Dios que se convirtió en bisabuela del Rey David y parte de la genealogía de nuestro Señor Jesucristo. Su historia es un testimonio de cómo la gracia de Dios puede redimir incluso los pasados más oscuros y dar un futuro lleno de propósito.
La historia de Rut nos introduce a Booz, el "pariente redentor" que, según la ley levítica, estaba capacitado para comprar las tierras de Noemí y casarse con Rut para continuar el linaje de Elimelec (Rut 4:1-12). Este acto de redención es un paralelo perfecto de lo que Cristo hizo por nosotros.
Así como Rut necesitaba a un redentor para salvarla de su pobreza y soledad, nosotros necesitamos a Cristo para salvarnos del pecado. Él pagó el precio de nuestra deuda con su sangre en la cruz. Al tomar una decisión de fe en Él, somos injertados en su familia y se nos da una nueva identidad como hijos de Dios.
El Señor nos llama a buscarle de todo nuestro corazón. No busques soluciones fuera de Su plan. Es tiempo de dejar el pasado y vivir tu nueva identidad en Cristo.
El destino que construyes hoy es el resultado de tus decisiones.