Versículo Clave:
"Por lo demás, hermanos míos, fortaleceos en el Señor, y en el poder de su fuerza. Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo; porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes. Por tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y habiendo acabado todo, estar firmes. Estad, pues, firmes, ceñidos vuestros lomos con la verdad, y vestidos con la coraza de justicia, y calzados los pies con el apresto del evangelio de la paz. Sobre todo, tomad el escudo de la fe, con que podáis apagar todos los dardos de fuego del maligno; y tomad el yelmo de la salvación, y la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios; orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu, y velando en ello con toda perseverancia y súplica por todos los santos."
Efesios 6:10-18 (Reina Valera)
A menudo, enfrentamos desafíos y pensamos que son solo problemas con personas o situaciones específicas. Sin embargo, la Biblia nos revela que existe una dimensión espiritual que impacta nuestra vida, una batalla que no es contra "sangre y carne".
Como "soldados" de Cristo, no estamos desarmados. El Señor nos provee una "armadura" completa para protegernos y Su Palabra como nuestra arma principal. Es fundamental comprender esta realidad y aprender a vestirnos con ella diariamente para mantenernos firmes en nuestra fe.
Nuestra lucha no es meramente contra seres humanos. Efesios 6:12 nos lo deja claro: "Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes."
El enemigo principal, el diablo, busca constantemente separarnos de Dios, sembrando mentiras y dudas en nuestros corazones. Vemos su influencia en el mundo a través de medios, música y películas que atentan contra los principios de Cristo.
Nuestra postura no es de ataque agresivo en nuestras fuerzas, sino de firmeza en la identidad que tenemos en el Señor, confiando en Su poder y en la eficacia de la oración y Su Palabra.
"Entonces me dijo: Daniel, no temas; porque desde el primer día que dispusiste tu corazón a entender y a humillarte en la presencia de tu Dios, fueron oídas tus palabras; y a causa de tus palabras yo he venido. Mas el príncipe del reino de Persia se me opuso durante veintiún días; pero he aquí Miguel, uno de los principales príncipes, vino para ayudarme, y yo quedé allí con los reyes de Persia."
Daniel 10:12-13
La oración de Daniel desencadenó una batalla espiritual invisible, donde fuerzas celestiales actuaron en respuesta a su humillación y entendimiento. Esto nos muestra el poder de la oración para influir en lo que no vemos.
Nuestra oración no solo afecta nuestro entorno inmediato, sino que abre puertas para la obra de Dios en lugares y vidas que ni imaginamos, apoyando a misioneros o aquellos sumergidos en el pecado.
La armadura de Dios no es para usarse solo el domingo, sino cada día. Debemos vestirnos con ella constantemente, porque los ataques pueden venir en cualquier momento y de diversas formas.
Representa la integridad y sinceridad. Nuestro testimonio debe ser coherente con la verdad de Dios. Si fallamos, debemos pedir perdón al Señor y a quienes hemos ofendido, para mantenernos firmes en la verdad.
Nos protege con la justicia de Dios, no la nuestra. Operamos a través de la oración, pidiendo discernimiento y paz. Compartir nuestro testimonio de cómo el Señor ha obrado un cambio en nosotros es una forma poderosa de manifestar Su justicia.
Nos prepara para llevar la conciliación y la reconciliación con el Señor a otros. Recordamos que todos fuimos enemigos de Dios y Él nos reconcilió consigo mismo, por lo que podemos invitar a otros a experimentar esa misma paz.
Apaga "todos los dardos de fuego del maligno". Nuestra fe se basa en las promesas cumplidas de Dios en nuestras vidas y en la confianza de que Él seguirá obrando. La fe es un fruto del Espíritu Santo en nosotros, que debemos pedir y ejercitar.
Protege nuestros pensamientos y nos asegura nuestra identidad como hijos de Dios. No debemos dudar de nuestra capacidad para compartir Su palabra, pues el Espíritu Santo ya obra en nosotros. Oremos por autoridades, misioneros y por el avance del evangelio.
Es el único elemento ofensivo de la armadura. La Palabra de Dios tiene el poder de atacar al maligno y sembrar la semilla del evangelio en los corazones. Un versículo, un mensaje, una prédica pueden transformar vidas. No desestimemos su poder.
"Entonces Jesús fue llevado por el Espíritu al desierto para ser tentado por el diablo... Y vino a él el tentador y le dijo: Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en pan. Él respondió y dijo: Escrito está: No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios."
Mateo 4:1-11
Jesús, enfrentado a las tentaciones del diablo, no usó su propio poder ni se puso en el mismo tono, sino que respondió con la Palabra de Dios: "Escrito está". Esto nos enseña que la Biblia es nuestra fortaleza y nuestra defensa contra las mentiras del enemigo.
La oración no es solo una pieza adicional; es la que "conecta" toda la armadura. A través de ella, suplicamos al Espíritu Santo que nos fortalezca, que guarde nuestros pensamientos y que disipe el temor. Nos permite avanzar y mantenernos firmes en medio de cualquier circunstancia.
La oración nos fortalece a nivel personal y como comunidad. Orar por los demás, por las autoridades y por aquellos que están en necesidad, es crucial. La oración activa las batallas espirituales invisibles, glorificando a Dios y llevando luz a quienes viven en oscuridad.
"Cuando hubieron orado, el lugar en que estaban congregados tembló; y todos fueron llenos del Espíritu Santo, y hablaban con denuedo la palabra de Dios."
Hechos 4:31
Este pasaje demuestra cómo la oración en unidad desata el poder del Espíritu Santo, capacitando a los creyentes para hablar la Palabra de Dios con valentía y extendiendo Su mensaje a todas las regiones.
Nuestra vida cristiana es una batalla espiritual constante. Por ello, es imperativo vestirnos diariamente con la armadura de Dios. Esto nos permite:
"Fortaleceos en el Señor, y en el poder de su fuerza."
Efesios 6:10
Así como en un avión nos indican ponernos primero la mascarilla, debemos fortalecernos primero en el Señor para poder ayudar a otros y mantenernos firmes hasta el final de los tiempos, con fe y esperanza en Su regreso.