Salmo 139:23-24
"Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón; Pruébame y conoce mis pensamientos; Y ve si hay en mí camino de perversidad, Y guíame en el camino eterno."
A menudo pensamos en el pecado como una ofensa contra Dios o contra nuestro prójimo. Sin embargo, la Biblia también nos enseña sobre los "pecados contra uno mismo", acciones que dañan nuestro propio ser, el cual es templo del Espíritu Santo. Este mensaje nos invita a una auto-reflexión profunda, pidiendo a Dios que examine nuestro corazón y nos guíe en el camino eterno.
Aunque somos conscientes de muchos de nuestros pecados, a menudo hay faltas que escapan a nuestra memoria o entendimiento, especialmente si no conocemos a fondo la Escritura. Otros pueden ver en nosotros lo que nosotros mismos no percibimos.
El joven rico: Creía haber guardado la ley, pero su amor a las riquezas le cegó a su falta de amor al prójimo (Mateo 19:16-22).
Santiago 1:22-24: El que se engaña a sí mismo al no ser hacedor de la palabra.
Es fundamental entender la naturaleza de nuestro cuerpo y a quién pertenece. La Biblia nos revela que nuestro cuerpo no es nuestro, sino que ha sido comprado por precio y es templo del Espíritu Santo. Somos mayordomos de este cuerpo, no sus dueños absolutos.
1 Corintios 6:19-20
"¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros? Porque habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios."
Existen prácticas que, aunque a veces se justifican como "libertad personal", atentan directamente contra nuestro cuerpo, el templo de Dios.
Un apetito insaciable o el abuso del alcohol son pecados que muestran una falta de disciplina y atentan contra el cuidado de nuestro cuerpo. La embriaguez, bíblicamente, es un pecado, no una enfermedad.
Deuteronomio 21:18-21 (Hijo contumaz y rebelde, glotón y borracho).
Llenar el templo de Dios con humo o sustancias dañinas es una práctica que debemos erradicar de nuestras vidas.
"Sed llenos del Espíritu de Dios, no de humo." (Referencia popular cristiana).
Nuestro cuerpo no es una vitrina para anuncios o letreros. Debemos cuidarlo y respetarlo como templo del Espíritu Santo.
La forma en que nos vestimos también habla de cómo cuidamos nuestro cuerpo. La Biblia nos llama a vestir de manera decorosa, respetando nuestra identidad de género.
Deuteronomio 22:5: "No vestirá la mujer traje de hombre, ni el hombre vestirá ropa de mujer; porque abominación es a Jehová tu Dios cualquiera que esto hace."
La práctica de estos pecados no solo nos afecta individualmente, sino que tiene repercusiones más amplias, incluso en la obra de Dios.
Romanos 14:19-20
"Así que, sigamos lo que contribuye a la paz y a la mutua edificación. No destruyas la obra de Dios por causa de la comida." (Aplicado a vicios y prácticas dañinas).
Nuestros hábitos y vicios pueden ser un tropiezo para aquellos que no conocen a Dios, impidiéndoles acercarse al evangelio.
Ante la realidad de los pecados contra uno mismo, nuestra actitud debe ser de entrega total y mayordomía fiel de nuestro cuerpo.
Romanos 12:1: "Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional."